sábado, 5 de abril de 2014

Torrijas de Cuaresma y Pascua

Como muchos de los platos tradicionales de la cocina española, las torrijas nacieron en el pueblo llano. 

La Iglesia Católica estableció en el  siglo XIII unos cánones: inicialmente para que todos los viernes de Cuaresma se hiciera abstinencia y dos años después para que los Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo se hiciera también ayuno.


En cuanto a la abstinencia -no se podía comer carne-, que eran muchos viernes de trabajo, siendo los españoles católicos había que cumplir los cánones pero era necesario tener energías suficientes para poder trabajar -ya que era difícil compensar con otro tipo de alimentos menos accesibles para las clases humildes-, y como el pueblo es sabio descubrió las Torrijas. Utilizaban pan del día anterior o de dos días y lo acompañaban y elaboraban con otros ingredientes que dieran fuerza y energía como miel, huevos,   leche, azúcar y otros... 

El ayuno era aún más duro - actualmente también pero de otra manera-, solo se podía comer una vez al día, aunque se permitía tomar algo ligero en el desayuno y en la cena. Que mejor forma de coger energías que con las maravillosas y saciantes torrijas. 

Os voy a contar como hago las torrijas, que tomáis cada año en casa - yo solamente las hago el Viernes Santo-, creo que son más o menos como las hacía mi madre. 

Ingredientes:

-   Pan
-   Leche
-   Canela
-   Corteza de limón
-   Para el almíbar:  Azúcar, agua y opcional algún licor dulce como  vino dulce o anís.
-   Miel -opcional-, se puede poner al hacer el almíbar o después sobre las torrijas.

Preparación:

Se pone leche a hervir con una rama de canela y corteza de limón,  mientras tanto se parte el pan en rebanadas gruesas - aproximadamente de 2 cm-.




Una vez  que la leche haya cocido se deja en reposo enfriar para que capte bien el sabor y olor de la canela y la corteza de limón -infusione-.

Se baten bien los huevos y una vez se haya enfriado la leche, se pone una sartén con el aceite de oliva a calentar y se empapan las rebanadas  de pan en la leche  -sin que se deshagan- y se rebozan en el huevo de forma ordenada al tiempo que se ponen a freír; una vez doradas se ponen en una fuente sobre papel de cocina para quitarles el aceite sobrante -dándoles la vuelta-.




Se prepara -también se podía haber preparado con anterioridad- el almíbar poniendo agua a cocer con azúcar y si quieres miel según el gusto, dejándola hervir a fuego lento hasta conseguir la textura deseada. Cuando preparéis el almíbar podéis añadir el licor que deseéis -anís, vino dulce, cointreau...-, yo no añado ninguno.




El almíbar está en su punto cuando adquiere una textura viscosa.

Colocáis las torrijas sobre la fuente donde las valláis a presentar y vertéis sobre ellas el almíbar con la cantidad y el tiempo suficiente para que se empapen bien.

para comer de una en una


y a la nevera
Se conservan divinamente en la nevera, pero aunque se tomen del tiempo, es conveniente sacarlas de la nevera al menos una hora antes para que no estén demasiado frías.

Otra opción que sé que os gusta:

En lugar del almíbar, una vez fritas las torrijas, las rebozas en chocolate fundido especial para pasteleria y las depositas en una fuente sobre un fondo de natillas muy ligeras.

Curiosidades:

La primera vez que parece se mencionan de forma escrita las torrijas es en una de las obras de Juan del Encina es en siglo XV-"mucha miel y muchos huevos para hacer torrijas".

Dicen que las primeras recetas escritas se remontan al siglo XVII, en dos libros: "Libro del Arte de la Cozina de Domingo Hernández de Maceras" y "Arte de Cozina, Pastelería, Vizcochería y Conservaria de Francisco Martínez Motiño".

Añadir leyenda




 En las tabernas de Madrid era frecuente tomar torrijas con chato -el antaño clarete- de Valdepeñas.

En la taberna más antigua de Madrid - La Taberna de Antonio Sánchez desde 1830-, la carta de postres contempla actualmente durante todo el año las torrijas, y según cuentan Alfonso XIII y su familia las solicitaban cada día para el desayuno.

Merece la pena conocer esta taberna , mantiene todo el sabor antiguo y con un claro ambiente taurino. Ahí se reunían intelectuales de la época para hacer sus tertulias.






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